Desde la toma de Granada por los Reyes Católicos, el 2 de enero de 1.492, y conforme se van erigiendo parroquias en la ciudad y pueblos de la provincia, la mayoría de ellas, encabezadas por la Santa Iglesia Catedral, son dedicadas al Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Esto debió ocurrir también en la parroquia de Alhendín, y así se tituló la misma, hasta que nuestros antepasados sintieron crecer en ellos una profunda devoción a la Santísima Virgen María en el augusto Misterio de su Inmaculada Concepción; como consecuencia de esto se cambió la titularidad de la parroquia, pasando a denominarse de «Nuestra Señora de la Concepción».
En aquella época, la Inmaculada Concepción de la Virgen María sólo era una piadosa creencia, defendida por el pueblo con singular vehemencia y rechazada por algunos teólogos y eruditos. La villa de Alhendín como adelantada en la defensa y devoción de la Inmaculada, la proclamó como Patrona, cambió la titularidad de su parroquia, y por acuerdo conjunto de ésta y del consejo municipal, encargó al imaginero D.Pedro de Mena y Medrano le labrase una imagen de la Inmaculada de carácter procesional y tamaño natural.
Habiéndola depositado en un convento de religiosas, solicitaron quedarse con ella alegando propiedad por la posesión, de lo cual formaron pleito que perdieron. Vino todo el lugar por ella, llevándola en procesión. Concurrió la mayor parte de Granada, con tal celebridad que fueron danzas, tarasca y gigantones, como en la fiesta del Corpus, y con disparos de artillería. Salieron todas las doncellas del lugar a recibir su imagen a la mitad del camino, desde donde fueron acompañando hasta la Iglesia de la villa de Alhendín.
Esta imagen, aunque tenga las manos juntas, no es su porte de adoración ni de beatitud, como el de otras Concepciones, da sensación de majestad y produce respeto y acatamiento.
El 26 de noviembre de 1.656, entró triunfante en Alhendín la imagen de nuestra Patrona, la Virgen Inmaculada, suceso narrado en un sencillo romance, obra sin duda de alguno de nuestros paisanos que fue testigo presencial y que es el mejor documento y casi único de este hecho memorable. El anónimo autor, lo firma como «un devoto de la Santísima Virgen» y se titula «A LA SOLEMNE TRASLACIÓN DE LA DEVOTA IMAGEN DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN A LA VILLA DE ALHENDÍN».
Desde entonces, el amor y la devoción del pueblo a su Patrona no han menguado nunca. Aún viven personas que recuerdan cuando todo el pueblo se congregaba en la plaza a presenciar el regreso de las cuadrillas de segadores, terminada la campaña de la siega. Arrodillados a la puerta de la Iglesia ante la imagen de la Virgen, con su atuendo y sus hoces, cantaban a la Salve a su Madre Inmaculada, popularmente conocida como «Salve de los Segadores».
En 1.956, al celebrar el III Centenario de su llegada a la Parroquia, todas las familias de Alhendín, se consagraron en un acto de amor filial bajo el manto azul de la Limpia y Pura. En muchas casas todavía se conservan los diplomas de esta Consagración, con las firmas de todos los componentes de la familia.
A través del tiempo, la Virgen siempre tuvo su Hermandad, que junto a la parroquia, se han venido ocupando de organizar y programar sus cultos, fiestas y salidas procesionales. No se puede precisar la época en que se fijó que la Virgen saliera procesionalmente, cada veinte años. Esta medida fue tomada, sin duda, para preservar y conservar la escultura, conscientes de su valía irrepetible y su belleza incomparable. Algunas veces salió de manera extraordinaria, para impetrar de Dios el don de la lluvia en tiempos de sequía u otras necesidades, siendo tradición de que siempre se ha obtenido lo solicitado. Pero el deseo y la añoranza por ver a la Virgen en la calle, fue haciendo poco a poco más frecuente la procesión de la imagen. En la actualidad sale cada cinco años, celebrándose con este motivo las llamadas «Fiestas Grandes».
Digna de mención fue la salida extraordinaria que con motivo del Año Mariano, proclamado por el Papa Juan Pablo II, efectuó la Virgen en la mañana del 8 de diciembre de 1.987, a la que precedió en su víspera una masiva ofrenda floral. La portada de la Iglesia y la torre, fueron engalanadas con banderas y gallardetes como en contadas ocasiones. Dos horas se necesitaron para dar la vuelta a la Plaza, único itinerario de tan singular procesión.
En la década de los sesenta la Hermandad de la Virgen prácticamente desapareció. En el año 1.989, y ante la celebración de unas nuevas Fiestas Grandes, se adoptó un acuerdo por parte del párroco y un grupo de feligreses, de hacer un llamamiento al pueblo para volver a constituir la Hermandad de la Virgen. Desde entonces , tanto los cultos como las salidas procesionales han vuelto a recobrar su pasado esplendor.
Fuente: La Iglesia de Alhendín (José Molina Valero)